Olvídate de las islas que conoces. Rodas no es solo una isla griega más. Aquí las piedras hablan, el mar te invita a quedarte para siempre, y cada rincón tiene una historia que contar. Rodas es historia con vistas al mar. Es de esos lugares que te revuelven por dentro y te hacen preguntarte cómo no habías venido antes.
Primero lo básico. Rodas está en el Dodecaneso, ese grupo de islas al sureste de Grecia, casi rozando la costa de Turquía. Y si algo tiene esta isla, aparte de playas de revista, es un pedazo de historia medieval que te deja sin aliento. Aquí no vienes solo a ponerte moreno, vienes a caminar por las calles que los caballeros de la Orden de San Juan recorrieron hace siglos, a meterte en fortalezas que parecen sacadas de una película y a sentir que estás viviendo en otra época.
La ciudad medieval de Rodas
Si hay algo que no puedes dejar de hacer en Rodas es perderte por su Ciudad Medieval. Vamos a ver, esta ciudad es la más grande y mejor conservada de Europa. No es cualquier cosa, es un Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y cuando entras, te das cuenta de por qué.
Las murallas, los callejones adoquinados, las puertas fortificadas… todo te envuelve en un aire de misterio que hace que quieras caminar sin parar. Aquí lo medieval está vivo, y es imposible no sentirte como si estuvieras en una novela histórica. Pero lo mejor de todo es que, además de la historia, la ciudad tiene bares, restaurantes y tiendecitas donde puedes perderte y disfrutar del mejor helado o un buen vino local.
Uno de los puntos clave es el Palacio del Gran Maestre, esa bestial fortaleza que fue el cuartel general de los caballeros de la Orden. Está restaurado, y ahora es un museo, pero te aseguro que te va a dejar alucinado. Luego sigue paseando por la Calle de los Caballeros, donde vivían los nobles, y si tienes tiempo, date una vuelta por el Museo Arqueológico, porque Rodas no es solo Edad Media, también fue una gran ciudad en tiempos antiguos.
Lindos
Si crees que lo medieval es lo único impresionante en Rodas, espera a ver Lindos. Este pueblito está a unos 50 kilómetros al sur de la ciudad de Rodas y es, con total seguridad, una de las joyas más grandes de Grecia. Ya te aviso que cuando llegues, vas a querer hacer fotos a cada paso.
Lindos es una mezcla perfecta de casas encaladas, callejones laberínticos y un mar que parece pintado. Pero lo que de verdad te va a impresionar es su Acrópolis. Esta fortaleza, en lo alto de una colina, domina toda la bahía, y las vistas desde ahí son de otro mundo. Desde arriba puedes ver las playas de Lindos, que están a tus pies, y créeme, son de las mejores de la isla. ¿Un dato? La Bahía de San Pablo es de esas que parece que las diseñaron para una postal, con sus aguas cristalinas y un ambiente de paz total.
Playas de Rodas
Vamos a lo que todos quieren saber: ¿qué tal las playas de Rodas? Pues te lo resumo en una palabra: espectaculares. Aquí tienes desde playas de arena dorada hasta calas escondidas donde lo único que escucharás será el mar. Si quieres variedad, Rodas la tiene.
- Faliraki: Si te gusta el ambiente de playa con bares, chiringuitos y un poco de movimiento, Faliraki es tu sitio. Es una de las playas más populares de la isla, con todo lo que puedas necesitar. Si te va la adrenalina, aquí tienes deportes acuáticos, desde motos de agua hasta parapente.
- Tsambika: Esta playa es lo que llamas un paraíso escondido. Está entre montañas, con una fina arena dorada y aguas turquesas. Perfecta si buscas relajarte y disfrutar del sol en un ambiente más tranquilo.
- Anthony Quinn Bay: ¿El nombre te suena? Pues claro, se llama así porque el actor Anthony Quinn se enamoró de esta bahía mientras filmaba Los cañones de Navarone. Y no me extraña. Las aguas son tan claras que puedes ver hasta el fondo, y si te gusta el snorkel, este es tu lugar.
- Agathi Beach: Una playa menos conocida, pero igualmente preciosa. Arena suave, agua transparente y un ambiente relajado. Un rincón perfecto para escapar de las multitudes.
El Coloso de Rodas
Si hay algo que hace que Rodas sea más que una simple isla griega es su famoso Coloso. Aunque ya no exista físicamente, sigue siendo una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo y parte fundamental de la historia y el imaginario de la isla. Así que, aunque no puedas tocarlo, ni sacarte la típica selfie con el gigante de bronce, El Coloso de Rodas sigue vivo en cada esquina de la isla. Pero, ¿qué era exactamente este monstruo de metal que dejó boquiabierto al mundo antiguo?
La historia del Coloso de Rodas
Imagina esto: año 305 a.C., los habitantes de Rodas han resistido un largo asedio del ejército de Demetrio Poliorcetes, un famoso general de la época. Contra todo pronóstico, Rodas salió victoriosa. Y para celebrar esa victoria, los rodios decidieron levantar una estatua colosal (nunca mejor dicho) en honor al dios Helios, el dios del sol, que era también el protector de la isla.
Así nació el Coloso, una gigantesca estatua de bronce, que se alzaba imponente en el puerto de Rodas. Las crónicas dicen que la estatua medía unos 33 metros de altura, casi el tamaño de la Estatua de la Libertad (sin contar la base). Para que te hagas una idea: ¡era tan grande que muchos creían que los barcos pasaban por debajo de sus piernas! Aunque en realidad, lo más probable es que la estatua estuviera sobre una plataforma, a un lado del puerto, vigilando la entrada.
El Coloso fue esculpido por el famoso escultor griego Cares de Lindos, y tardaron unos 12 años en construirlo. Sí, no era cualquier proyecto. Hablamos de toneladas de bronce, hierro y piedras para erigir a esta bestia de metal que brillaba bajo el sol del Egeo.
Aquí es donde la historia se pone interesante. A pesar de su majestuosidad, el Coloso de Rodas no duró tanto como hubiéramos querido. Apenas 56 años después de su construcción, en el año 226 a.C., un terremoto sacudió la isla. Y claro, cuando eres tan grande, un terremoto no es precisamente una sacudida fácil de llevar. La estatua se derrumbó en pedazos y quedó destruida.
¿Fin de la historia? No del todo. Aunque se desplomó, los rodios decidieron no reconstruirla. Las razones no están del todo claras, pero parece que había cierta superstición. Creían que el dios Helios había permitido la destrucción del Coloso, y reconstruirlo podría ser mal visto por los dioses. Así que los restos del gigante se quedaron ahí, tirados en el puerto, durante casi 900 años.
Sí, 900 años. Y lo más curioso es que, incluso derrumbado, el Coloso seguía impresionando a todos los que visitaban la isla. Según se cuenta, los restos eran tan enormes que apenas podías rodear con los brazos el pulgar de la estatua.
El último capítulo de la historia del Coloso ocurrió en el siglo VII, cuando Rodas fue invadida por los árabes. Estos, no tontos, decidieron sacar provecho de los restos de la estatua, vendiendo el bronce como chatarra. Según la leyenda, un comerciante sirio se llevó el metal en 900 camellos. Y así desapareció el Coloso de Rodas para siempre.
Te cuento algo curioso. En los últimos años, han surgido varios proyectos y propuestas para reconstruir el Coloso. Pero claro, estamos hablando de una obra monumental que no sería fácil ni barata. Algunos proponen construirlo como un monumento moderno, con tecnología avanzada, paneles solares y un museo en su interior. Otros prefieren dejar que la leyenda del Coloso siga siendo eso, una leyenda.
Lo que está claro es que la magia del Coloso de Rodas no desaparecerá nunca. Tanto si algún día se reconstruye como si no, su historia seguirá fascinando a todo el que ponga un pie en la isla.
Mucho más que historia
Si algo tiene Rodas, es que lo tiene todo. Historia, playas de infarto, pueblos que parecen sacados de cuentos y un ambiente que te engancha desde el primer minuto. Puedes pasar tus días caminando entre fortalezas medievales, nadando en aguas que parecen de cristal o comiendo en una taberna mientras ves el sol caer sobre el mar.
Y hablando de comida, no te vayas sin probar la gastronomía local. Los sabores de Rodas son intensos, como su historia. Prueba los pitaroudia (unas croquetas de garbanzo deliciosas), el moussaka, y si te atreves, un buen souma, un aguardiente local que te va a dejar con una sonrisa.
Rodas no es la típica isla para tumbarte al sol y ya está. Rodas es una experiencia completa, un viaje al pasado que te sorprende a cada paso. Puedes estar paseando por una ciudad medieval por la mañana, descubriendo las huellas de los caballeros, y por la tarde relajarte en una playa de aguas cristalinas.
Si tienes la suerte de visitar Rodas, te vas a llevar mucho más que fotos bonitas. Te vas a llevar una experiencia que te marcará. Porque Rodas no se olvida, se queda en ti, con su historia, su magia y esa sensación de que en cada rincón siempre hay algo más por descubrir.
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